El relato sobre la evolución de la empresa Hurtado Rivas es una puerta alternativa para entrar en la historia reciente de España. Son como los Alcántara, pero con una pátina mayor de emprendimiento. Tres generaciones después de que el bisabuelo de la saga inaugurase, junto a su esposa, hacia 1953, una tienda cuyos productos estrella eran carros de madera y cucharas de palo, la compañía se ha especializado en tecnología robótica.
Hace tiempo que dejaron la artesanía, pero su proceso de transformación radical se ha fraguado en el último lustro. Un año antes de la crisis, el futuro de la industria de la madera, su principal nicho de clientes desde los 80, se auguraba oscuro. Los hermanos Hurtado, Alberto y Carlos, habían tomado el relevo de su padre, Julio, en los últimos 90. Trataron de mantener la empresa a flote siguiendo la hoja de ruta del pasado, pero desde el primer día comprendieron que su modelo de negocio había muerto. Sin capacidad de reacción, en 2007 despidieron a la mitad de la plantilla.
Los hermanos, ambos licenciados en marketing, y con trayectorias alejadas de la ingeniería, no tenían ni la más remota idea sobre robótica, pero no estaban dispuestos a dejar caer la empresa. Estudiaron las posibilidades de reconversión y después lo apostaron todo al lanzamiento de un departamento de ingeniería especializado en robótica y automatización de procesos.
Nos daba un vértigo total, era como crear una totalmente empresa nueva. Ha sido rapidísmo. De estar trabajando con un carpintero hemos pasado a trabajar con multinacionales que llevan a las reuniones grandes equipos de ingenieros, cuando yo no sabía lo que era un tornilloDurante los primeros tres años no facturaron un solo euro. Un buen día, surgió el primer proyecto: desde entonces, ya no han dejado de fluir, impulsando a la empresa hasta una facturación anual de seis millones de euros, en su mayor parte, el 60 por ciento, procedente de ventas en el exterior. "Nos daba vértigo, era como crear una empresa nueva, pero ha sido rapidísmo. De estar trabajando con carpinteros hemos pasado a trabajar con multinacionales con cinco plantas de producción que llegan a las reuniones con grandes equipos de ingenieros, cuando yo no sabía lo que era un tornillo", bromea Carlos Hurtado, gerente de la compañía, con Teknautas.
Cuatro generaciones
"Mi bisabuelo, Julio, lo empezó todo en una tienda en el centro de Valencia, debajo de casa, donde empezaron vendiendo carros para caballos. Más tarde, añadieron otras herramientas de madera, como utensilios de cocina", recuerda. Su abuelo, el segundo Julio de la saga, pronto se incorporó al negocio: fruto de su trabajo la pequeña empresa familiar evolucionó hacia la venta de maquinaria manual, sobre todo para la manipulación de la madera.
Los hermanos Alberto y Carlos Hurtado, la cuarta generación al frente de Hurtado RivasLos hermanos Alberto y Carlos Hurtado, la cuarta generación al frente de Hurtado Rivas
Fue en este sector donde hallaron la gallina de los huevos de oro, aunque no fue hasta la llegada de la siguiente generación, con el tercer Julio, el padre, al frente del negocio, cuando la compañía se transformó. "Pronto se convirtieron en una empresa mediana, que importaba maquinaria del sector, sobre todo de Italia. Empezó a crecer con un perfil más técnico que comercial".
La situación económicamente no era buena, pero tú quieres seguir, apostar por la gente... Nosotros no éramos ingenieros, pero entonces nos rodeamos de expertos y empezamos a buscar proyectosDurante dos décadas, el auge del sector de los muebles, sobre todo en Valencia, mantuvo a la empresa. "Han ido desapareciendo prácticamente todas, pero llegaron a existir hasta 2500 fábricas de muebles en la región". Pero cuando la cuarta generación desembarcó en la compañía "la vaca ya no daba más leche". Era el peor momento de la empresa en medio siglo; en lugar de cerrar, apostaron por reinventarse.
Cambio de paradigma
"La mano de obra era muy cara y en la industria se empezaba a hablar de la robótica, que prácticamente sólo estaba en la automoción. '¿Qué hacemos?', nos preguntamos. La situación económicamente no era buena, pero tú quieres seguir, apostar por la gente... Nosotros no éramos ingenieros, pero nos rodeamos de expertos y empezamos a buscar proyectos".
Si en 2009 la empresa tenía solo doce trabajadores, hoy tiene alrededor de 80. Han crecido a un ritmo del 22 por ciento en los últimos tres años y, sólo para este año, tienen proyectos en cartera por un valor de 20 millones de eurosTambién replantearon todas las bases de la empresa. Se dieron cuenta de todo al mismo tiempo. Primero, de que la solución no estaba en la importación, como habían hecho hasta entonces, sino en el movimiento contrario. Además, el futuro de la firma, si es que sus planes llegaban algún día a consolidarse, pasaría por el desarrollo de una tecnología propia. "Entonces creamos un departamento de ingeniería cuyos trabajadores estuvieron de brazos cruzados mucho tiempo porque no entraba trabajo".
Cinco años después, todo ha cambiado. Han desarrollado sus propios sistemas de automatización y robótica, una tecnología que ahora exportan a todo tipo de industrias, desde la alimentaria a la militar, con cientos de proyectos a medida. Uno de los últimos contratos que se han adjudicado consiste en implementar los sistemas robóticos encargados de construir cientos de kilómetros de vallas en las nuevas autopistas de Rusia.
Los alrededores de la plaza de San Agustín (Valencia), donde comenzó la empresa, en los años 30Los alrededores de la plaza de San Agustín (Valencia), donde comenzó la empresa, en los años 30
Si en 2009 la empresa tenía doce trabajadores, hoy tiene 80. Han crecido a un ritmo del 22 por ciento en los últimos tres ejercicios y, sólo para este año, tienen proyectos en cartera por valor de 20 millones de euros. "Aunque no saldrán todos". También exportan el 60 por ciento de su tecnología a países como Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Turquía, Argentina, Chile, Perú, Colombia, México, Uruguay, Guatemala y otros países del Caribe. El año que viene, llegarán a Brasil. Y para 2016, esperan exportar el 90-95% de su producción. 
Si echo la vista atrás cuatro años, pienso que todo ha sido una locura. Ahora nos movemos en círculos donde se habla con naturalidad de millones de euros, y no estábamos acostumbrados"Si echo la vista atrás cuatro años, pienso que todo ha sido una locura. Ahora nos movemos en círculos donde se habla con naturalidad de millones de euros, y no estábamos acostumbrados".
No obstante, mantienen los pies en el suelo. "Algo habremos hecho bien, pero seguimos siendo una pyme". De la primera generación de Hurtado Rivas conservan las fotografías de sus bisabuelos, los emprendedores que iniciaron la saga empresarial vendiendo carros de madera en la plaza de San Agustín. En cuanto a la segunda, su abuela, de 98 años, ahora se encarga de recordar a sus nietos lo orgullosos que habrían estado los dos primeros Julios de la saga. Por su parte, el padre, "también orgullosamente jubilado", apunta Carlos Hurtado, hoy respira tranquilo, encantado con una reconversión que ha salvado su legado, pero que (ley de vida) tendrán que repetir los sucesores dentro de otros cincuenta años.